Los seres mas sabios no son aquellos que logran entender la razón de nuestra existencia, son aquellos que sienten, en su naturaleza, el no poder entenderla y, aun así, logran sonreírle a su ignorancia.
Ir con gente en el metro no tienen nada de extraño, compartir camiones y aviones con desconocidos es tan cotidiano como subirse a un elevador. Sin embargo, cuando de compartir un Uber se trata, nuestro cerebro no responde igual.
¿Será el tamaño del vehículo el que nos da miedo? ¿Será nuestra idea arraigada de que la función de un automóvil es dejarnos forzosamente en la puerta de nuestro destino? No lo sé, ni siquiera el CEO de la empresa lo puede explicar…
De alguna manera, ahí estábamos, compartiendo el viaje con dos completos desconocidos. Nuestra única conexión al momento había sido provocada por una simple pregunta: “¿Van al concierto?”
Hoy, es imposible recordar sus rostros. Sin embargo, sus profesiones, gustos y fanatismo por “los primeros dos discos”, estarán en mi mente por siempre. ¿Será que justo en ese momento, cuando es la música la responsable de dicho encuentro, la parte de nuestro cerebro encargada de relacionar ambos hemisferios se activa aceleradamente? Ninguno de los dos era astronauta. No importa, jamás lo olvidaré.
En 2013 Diana Sneed, cuando se convirtió en la primera mujer en nadar de Cuba a Key West, dijo algo poco comprensible para mis limitantes en ese momento; “no se trata de convencer a tu cerebro que el clima y la tempestad no existe, se trata de darle una razón mas grande para ignorarlos”.
En una situación totalmente insignificante a comparación de aquella hazaña, no solamente entendí su mensaje, lo sentí pues lo único que logró provocar la lluvia y el frío fue el desvío de nuestras vistas para evitar desastres, nada mas.
Caminamos aceleradamente a nuestro destino cuando el Desconocido de pronto aseguró: “por aquí es mas fácil”.
La Oxitocina es considerada la “molécula de la confianza” y escuchar música incrementa este componente en nuestro cuerpo. ¿Será por eso por lo que nadie cuestionó al Desconocido? ¿Será por eso por lo que todos sentimos seguridad al seguirlo?
En fin. Entramos. ¿Alguien se dio cuenta que caminamos mas de tres kilómetros?
Usaré la palabra magia porque no tengo capacidad de generar otra, pero el sentimiento que genera un concierto al reunir treinta mil personas y hacerlas concentrar su vista en un solo cuadro, es solo comparable a algunos eventos deportivos en sus últimos segundos cuando nadie de los presentes conoce el desenlace.
La magia de la primera guitarra comprobó algo nuevamente; los efectos que tiene la música en nuestra mente y cuerpo son universales, trascienden culturas y diversidades. En treinta mil bocas, silencio total.
Existe un nuevo estudio que asegura que necesitamos pasar 100 horas con alguien para realmente ser su amigo. La incongruencia de este, el atreverse a definir “amistad”.
¿Quiénes realmente eran amigos en el momento que la batería hizo presencia? ¿Quiénes conocían mejor a los integrantes de la banda? No importa. Esas jerarquías mentales solo importan cuando nuestro ego nos obliga a diferenciar a la gente. Lo llamamos raciocinio. El sonido del bajo tiene la virtud de eliminarlas.
“I got soul, but I’m not a soldier…I got soul, but I’m not a soldier”
Sin pensarlo, con toda la fuerza que generan nuestras cuerdas vocales, gritábamos.
“I got soul, but I’m not a soldier…I got soul, but I’m not a soldier”
Hasta que alguien, de nombre José Luis, nos hizo callar.
Es increíble como en la pregunta obligada después del suceso, explicamos tanto lo incrédulos y limitados que podemos ser cuando tratamos de encontrar una explicación que quepa en nuestra cabeza, aun cuando tiene el tamaño de un balón:
¿Lo crees posible, no estaba todo arreglado?
En fin. Lo bien o mal que logró imitar los sonidos de una canción, siempre fue irrelevante. Fue el hecho de habernos acercado el escenario y haberle removido su imagen de inalcanzable lo que hizo de ese momento algo inolvidable.
José Luis nos recordó que los afortunados de estar arriba, sin menospreciar el increíble talento que demuestran, son solamente el medio que permite que nuestros corazones sientan lo que nuestras mentes no pueden.
En realidad, no vamos a ver la actuación de un grupo, vamos a recordar cada momento que hemos pasado junto con ellos…en sus letras. No obstante, tienen razón:
“And sometimes you close your eyes, and see the place where you used to live…when you were young…”
Albert Einstein, con su inmensa humildad que siempre ha pasado desapercibida por su gran inteligencia, siempre decía que la teoría de la relatividad se le había ocurrido por simple intuición, y que la música, creada por su violín, había sido la fuerza detrás.
En su teoría, la mas compleja e impactante en la historia de la humanidad, logró acercarse a una descripción del tiempo y espacio. Por supuesto, hasta su muestre, aceptó no lograrlo y la declaró como incompleta.
En 1873, unos años antes, Friedrich Nietzche, en un ensayo insólito sobre lo que significa la verdad y la mentira, logró describir lo vacío del lenguaje humano. Tratando de resumir, escribió: las palabras son solamente copias, en sonido, de estímulos de nuestro cerebro. A medida que nuestro cerebro recibe mas información del exterior, nuestras palabras pierden valor pues los estímulos pierden autenticidad. He ahí el porque de múltiples lenguajes en el mundo.
Al hablar, no buscamos decir la verdad, solo comunicarnos.
Por supuesto, al final del ensayo, aceptó estar haciendo lo mismo.
Jamás tendré la capacidad intelectual de transformar en números nuestra relación con el espacio. Mucho menos podré expresar en palabras lo que éstas mismas no pueden. Sin embargo, aquella noche, mientras un famoso me preguntaba; “are you human?”, logré sentir que el tiempo no existía y me recordó que hay momentos en nuestras vidas, provocados por la música, por un abrazo, o por un logro, que un sentimiento abruma nuestro cuerpo apagando nuestro cerebro.
Lo apaga para permitirnos sonreírle a nuestra existencia.
Tienen razón:
“Close your eyes, clear your heart, cut the cord…are we human or are we dancer?”