Lo mas fascinante de leer es sentir las palabras no escritas.
Son pocos los que, a través de la historia, logran convertir letras en sentimientos e introspección.
Malcolm Gladwell, George Orwell, Mark Manson, F. Scott Fitzgerald, Milan Kundera, etc. Todos, con el poder único de sentarse a lado tuyo mientras lees, mientras sientes.
En la literatura del deporte, después de haber creado “The Dynasty”, debemos agregar a Jeff Benedict a esta lista.
“Escoltado por patrullas, abriéndole paso en medio de la tormenta y seguido por sus compañeros, Tom Brady, en su desesperado manejar hacía el régimen inflexible de Bill Belichick, reflejaba su liderazgo.”
¿Sientes?
Toda dinastía en los deportes va acompañada de múltiples historias y mitos, sin embargo, lo mas interesante es que conforme van creciendo, confirmar su veracidad pierde importancia.
Una vez creado el mito, lo único relevante es propagarlo.
Pero ¿que hay de las historias que no se pueden crear? ¿De las que nada se puede cambiar?
Al igual que en el éxito de la vida, las causas fundamentales del nacimiento de una dinastía en el deporte son aburridas para el externo. En su total veracidad, constante lucha y paciente monotonía, pierden la tentación por modificarse.
En el football, no hay nada que agregarle a las religiosas juntas entre Quarterback y Head Coach, al tedioso análisis de jugadas de décadas anteriores, a las incontables letras de agradecimiento de un Dueño hacia sus rivales, ni a su constante escuchar de éste.
La rutina y simplicidad nunca nos llama, sin embargo, construye.
Fueron veinte años los que New England dominó la liga profesional mas poderosa del mundo, aquella que esta diseñada específicamente para evitar dominio.
Durante este lapso, escándalos como “The Tuck Rule”, “Spygate I”, “Spygate II” y “Deflategate”, gradualmente se fueron posicionando en la percepción de seguidores de la NFL de la misma forma que la soledad lo hace con la depresión, paulatinamente perdemos noción de cual es causa y cual es efecto.
Curiosamente, con los deportes nos gusta llegar a conclusiones rápidamente.
Al sentirnos aburridos por los procesos que construyen grandeza, aseguramos que los escándalos son causa de una supremacía, nunca resultado de ésta.
No es hasta que algo o alguien ajeno a la situación llega, cuando nos vemos forzados a tomar tiempo para reflexionar. Sus lentes imparciales nos obligan a esforzarnos, a ver lo que existe detrás.
La magia en “The Dynasty” la encontramos en la combinación de dos características del autor que, en este caso, sirven de inmensas cualidades.
Benedict, suficientemente distante a la NFL para brindar objetividad y a la vez experto en provocar sentimientos.
“Kraft (Robert), identificando a Bon Jovi, quien observaba la práctica y quién se había vuelto cercano a Belichick, se acercó para hacerle una pregunta que, sin saberlo, cambiaría su percepción y, a su paso, la historia de su equipo. ¿Qué me puedes decir de Bill?”
La anécdota, no solamente expresada por el autor como una de las mas importantes, sino escrita como un perfecto reflejo de él.
Un externo con el poder de hacernos reflexionar.
Podríamos pensar que esta obra de arte de mas de quinientas páginas, es imposible de escribirse en un año. Sin embargo, es precisamente en la historia a relatar, en la cual Benedict encuentra el poder para hacerlo, quizá, sin darse cuenta.
Si describiéramos a los tres arquitectos de esta dinastía por separado, descubriríamos que encontrar diferencias entre Robert Kraft, Bill Belichick y Tom Brady, es mas fácil que encontrar similitudes.
Haríamos el trabajo de la prensa, dividir para vender.
“The Dynasty” presenta el argumento contrario, relata la historia alrededor de una similitud irrevocable entre los tres, su capacidad de mantenerse en el presente.
En la suprema diplomacia de Kraft, la inquebrantable concentración en el proceso de Belichick y la obsesión por mejorar de Tom Brady, los tres se veían reflejados cada segundo.
Los problemas, escándalos y adversidades llegan, pero no como historias, sino como tentaciones hacia ellos para dejar de ver el momento y preocuparse del futuro. Justo la trampa de la vida.
Al final, Benedict nos recuerda que la dinastía de los New England Patriots no existe por las historias que decidimos resaltar, sino por aquellas que, a pesar de saber que existen, decidimos ignorar.
El trabajo sin remuneración, la ayuda y respeto silencioso hacia los demás, la concentración en el proceso sobre el resultado y la incondicional fe en una pasión, son lo único capaz de construir Dinastías de vida.
A veces, necesitamos de un externo para recordarlo.
Sin duda un libro que alguien que se llame a el mismo «Patriots fan» debería de leer.
La manera en la que Jeff te permite sentirte en el carro de Robert Kraft cuando tuvo su primera cita con Myra, y cuando hablaba con su hijo Jonathan Kraft en su oficina. La identidad de la franquicia liderada por Robert Kraft se ve en cada paso de su historia, la importancia de un equipo sobre la individualidad, el siempre ayudar a la comunidad y el mantenerse presente en cada jugada en cada juego sin caer en la tentación del próximo, la confianza que siempre le dio a Bill Belichik sobre todas sus decisiones de coaching, sin importar que no estuviera de acuerdo. Thomas Edward Brady es un estandarte de esa identidad y esos valores, y lo acompañaran durante el resto de su vida.
Gran review.