Indecisión, el costo mas alto: Dallas Cowboys.

En la NFL hay un equipo que no le quiere pagar a su quarterback. 

Interesantemente, es el equipo más popular y, por ende, no puede permitirse decir la verdad. 

Su dueño, en respuesta al porque no ha logrado un contrato con su jugador, declaró que: “más hojas necesitan caer de los árboles” antes de tomar una decisión. 

Siguiendo esta metáfora, veamos cuales “hojas” han caído desde aquel comentario: 

QBEquipoTotal (Extensión)GarantizadosPromedio Anual
Kirk CousinsFalcons$180M / 4años$100M$45M
Jared GoffLions$212M /4años$171M$53M
Trevor LawrenceJaguars$275M/ 5años$200M$55M

Cousins va por su tercer equipo, Goff fue cortado de los Rams, y Lawrence lleva dos de tres temporadas perdedoras.

Ninguno de estos quarterbacks ha llegado al Super Bowl y ninguno tiene más victorias que Dak Prescott. 

En otras palabras, el árbol ya está pelón. 

En esta indecisión por parte de los Dallas Cowboys, es en donde encontramos un caso a analizar. La gran confusión que existe entre precio y costo

Empecemos con su definición en el diccionario:

  • Precio: valor pecuniario en que se estima algo.
  • Costo: cantidad que se da o paga por algo.

Traduzcámoslo a nuestro lenguaje cotidiano.

Cuando alguien ha comprado algo, solemos preguntar: “¿cuánto te costó?, mientras que, si aún no lo ha comprado y está pensando en hacerlo, solemos cambiar la pregunta por: ¿cuánto vale? ¿Cuál es su precio?

La minúscula diferencia semántica entre estas dos palabras tiene que ver con dos componentes; tiempo e intención. El no entenderla tiene repercusiones mayúsculas. 

En cuanto al tiempo, el «costo» lo vemos como algo ya pagado mientras que el «precio» lo consideramos dentro de una decisión a futuro.  

En cuanto a intención, el «costo» es una asignación monetaria relacionada a una obligación (i.e. arreglar tu automóvil, la renta, electricidad, etc.) mientras que el «precio» hace referencia a una opción…a una idea (viajes, cine, vestido, etc.). 

Jerry Jones y los Dallas Cowboys han decidido no extender el contrato a Dak Prescott pues, en su mente, el precio es muy alto. 

Probablemente y sin meternos en complejidades, Dak pidió ser recompensado con un contrato que tuviera un promedio anual mayor al máximo en la liga. Máximo, por cierto, que solo ha crecido cada vez que se “cae una hoja.” 

Los Cowboys, al tratar esta situación como una de «precio», la están analizándola como una decisión a futuro.

¿Será Dak Prescott el mejor quarterback de la NFL por los siguientes años? Si no, ¿habrá alguien mejor y más barato que podremos insertar en nuestro roster? 

El error no solamente esta en intentar predecir las respuesta de estas preguntas sino en no entender su naturaleza.

Es evidente que Dak Prescott no es mejor que Patrick Mahomes, entonces, a los Cowboys solo les queda creer que habrá una alternativa conveniente y más barata que él. 

Desafortunadamente, creer esto tiene que ver más con una filosofía de apuesta que con una de administración de riesgo. 

El mismo comportamiento encontramos en el mercado accionario. La mayoría de los inversionistas apuestan al incremento de precio de las acciones, mientras que solo pocos se toman el tiempo a analizar cuál debe ser el verdadero costo de estas. Por eso, son pocos los que han generado riqueza en este mercado. 

Es fácil recordar que Prescott ha perdido tres veces consecutivas en los playoffs, nunca ha pasado de la ronda divisional y su ratio de touchdowns e intercepciones en esos juegos es 5/5. 

Bajo esos parámetros, es tentador pensar que habrá múltiples alternativas en “el árbol.”. 

Sin embargo, cuando extendemos el panorama y agregamos información a la muestra, lo cual debe ser el trabajo de todo administrador, encontramos que al final del año, Prescott era segundo en quarterback rating, fue considerado como el sexto mejor quarterback según PFF y se ha mantenido dentro del Top 3 en EPA (Expected Points Added) año tras año. 

Solamente Patrick Mahomes tiene más victorias que Prescott en los últimos tres años. 

Cuando transformamos la muestra en una más representativa, “el árbol no se ve tan tupido.”

Por supuesto la respuesta impulsiva de todos los Cowboys Fans incluyendo su dueño es que todo esto no importa pues “basado en nuestra experiencia, es claro que no vamos a ganar un Super Bowl con Dak Prescott.” 

Basándonos en la experiencia y bajo la misma lógica, la cual solo ha visto a tres quarterbacks ganar en los últimos seis años, veintinueve equipos tendrían que estar buscando una alternativa. Esto incluye a San Francisco, Buffalo, Cincinnati, Philadelphia y Green Bay.

¿Hace sentido? 

¿Es lógico considerar el contrato de Dak Prescott como un precio a pagar por un campeonato? 

No, en la sublimidad de la NFL, lo que todo administrador o dueño debe construir y mantener es la oportunidad de competir por uno. 

El contrato de un quarterback que te brinda esta oportunidad es un costo obligatorio

Ganar un Super Bowl depende de infinitas variables, algunas inmedibles y lejanas a nuestra comprensión. La virtud de los grandes dueños siempre ha sido el humilde reconocimiento de esto y el entendimiento que, a largo plazo, la única forma de llegar a la cúspide es la constante escalación, no la apuesta por un helicóptero.

Mientras Jerry & Friends siguen apostando por un precio y en su espera retrasan otros contratos de sus jugadores pilares (Parsons y Lamb), el costo de los quarterbacks seguirá en aumento, no porque el siguiente (Tua) sea mejor que el anterior, sino porque el fenómeno responde más al tiempo que a la calidad. 

Hoy, $55M anuales es lo que cuesta tener el derecho a competir, a ser relevante. 

Hoy, Los Cowboys no lo entienden pues piensan que ganar un campeonato tiene precio. 

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