La Grandeza Tiene Forma. Bill Belichick.

Esto será difícil de narrar pues las palabras no lograrán describir la relevancia del momento. Nuestro lenguaje siempre estará limitado al tratar de explicar carreras, trayectorias o hechos extraordinarios.

Con 4:25 restantes en el último cuarto, Mac Jones, el único quarterback seleccionado por Bill Belichick en la primera ronda, tomó el balón en 2ª y 12, a solo 15 yardas para anotar.

Perdiendo por cuatro puntos, en uno de sus múltiples juegos defensivos que, en teoría, pudo haberse decidido por estrategia y manejo del tiempo, Belichick miraba desde la banca con la misma escasez de expresión que lo ha caracterizado veintitrés años.

El balón en las manos de Mac Jones pasó a esconderse en el estómago de Ezekiel Elliott quien enérgicamente cumplió su objetivo de engañar al cuerpo de linebackers, los cuales, al percatarse de su desventaja provocada, intentaron retroceder en desesperación.

Jones, después de tomar pasos hacia atrás alejándose de una presión inexistente, lanzó el pase apoyado de su pie trasero violando una de las reglas básicas de la posición.

El balón flotó 18 yardas sin forma, pasó por encima de los linebackers engañados y, en fragmentos alentados de tiempo como si el balón se rehusara a seguir las leyes de la física, cayó en las manos de Julian Blackmon, el único defensivo de los Colts que estaba a la redonda y que irónicamente había sido superado por Mike Gesicki.

Gesicki, el tight end contratado por Belichick, será por siempre recordado como el testigo más cercano del término de una de las carreras más exitosas en la historia del football.

Belichick, por primera vez en veintitrés años, desde la banca cambió su mirada.

La dirigió hacia el cielo, en búsqueda de su siguiente paso…lejos de ahí.

Para entender porque el mejor coach en la historia de New England saldrá con su peor temporada (dos derrotas por 30+ puntos y una sin puntos ofensivos), tenemos que encontrar una analogía fuera del mundo del football ya que en este no contamos con una situación remotamente comparable.

En el mundo de los negocios, tenemos una historia que nos puede dar una semblanza de lo que pasó.

Esta historia se llama Ronald Boire.

Boire creció en una granja en el Norte de Nueva York. Dado a la falta de dinero en la familia y a la estructura de su vida, desde niño fue forzado a trabajar en el campo por $2USD/hora. Sus regalos más lujosos eran libros…de pasta dura.

Su primer trabajo formal fue como vendedor en Sony Electronics, en donde durante diecisiete años aprendió una lección valiosa que lo acompañaría el resto de su carrera. Cuando la marca es establecida, la diversificación de productos aumenta el ingreso automáticamente.

Sus cualidades y trabajo lo convirtieron en Presidente de Productos, Ventas y Clientes y le otorgaron un asiento en el comité ejecutivo de esta empresa, una de las más importantes de la industria del sonido.

Después de extender su preparación académica con Maestrías en Columbia y London Business School, fue invitado al comité directivo de Best Buy bajo el puesto de Vicepresidente de Productos Globales.

A su llegada, Best Buy era conocido por su inventario de electrónicos, con él se transformó en la tienda de autoservicio de tecnología más diversa del mundo.

Su reputación lo llevó a que en 2006, la empresa Toys R Us lo contratará para arreglar su época más complicada en ventas. Boire, aplicando ideas creativas como el programa de detección de plomo en juguetes, siguió defendiendo su idea fiel de aumentar el inventario de la empresa.

Toys R Us hoy tiene una valuación de $1.6B USD y es una de las lideres en la industria de juguetes.

Boire siguió su impresionante récord con posiciones como Presidente en Sears, Kmart y Brookstone. En todas, la aplicación de aquel primer aprendizaje era evidente, entre más productos podamos poner enfrente del cliente, mejor.

En resymen, el crecimiento será producto de la diversidad.

Pero en el 2015, sucedió lo que ningún ejecutivo imaginaba posible. El récord de Boire terminaría abruptamente.

Contratado por la empresa Barnes and Noble durante su momento crítico en contra del crecimiento explosivo de los libros electrónicos, Boire tomó el mando con una idea en la mente, la única que había dominado por décadas.

Intentando usar el tamaño de sus tiendas, Boire naturalmente aumentó el catálogo de productos agregando pasillos de juguetes, papelería, revistas, etc.

El resultado, en su pensar, sería evidente. Si el problema es que la gente está dejando de comprar libros físicos en la tienda, agregar razones (productos) para visitarla, aumentará el ingreso consecuentemente.

Esta vez, su proceso aliado que lo había proyectado al éxito no funcionó y después de solo un año y $24M en pérdidas, Ronald Boire fue despedido.

Cuando Bill Belichick era niño, su trabajo durante las prácticas de Navy, en donde su padre era Coach, era dibujar las jugadas y alineaciones del equipo scout. En otras palabras, era trazar todas las posibles formaciones que la defensiva contraria podría presentar en el juego.

Años después, en su primer trabajo como coach de posición (linebackers) entendería el valor de su memoria fotográfica cuando, ayudado por esta, sabría perfectamente encontrar la debilidad ofensiva y ahí colocar a Lawrence Taylor y convertirlo en el jugador defensivo más dominante de la historia.

Este proceso le dio un gran aprendizaje. La defensiva, cada semana, puede ser moldeada en base a lo que quiera jugar la ofensiva contraria.

En su primer Super Bowl, en contra de lo que en ese momento era la ofensiva más explosiva de la historia, limitó a tres Hall of Famers ofensivos a 17 puntos. Su plan, el cual fue simplemente instruirle a sus defensivos interrumpir las trayectorias de los receptores en la línea de scrimmage y seguir al corredor (Marshaul Faulk), no había sido implementado antes por ningún otro equipo.

Durante los siguientes veintitrés años, su efectiva forma de ver el juego no cambiaría. Sus defensivas por siempre serían recordadas como las más disciplinadas y difíciles de descifrar (véase, Peyton Manning).  

Al mismo tiempo, un jugador con una combinación perfecta de mentalidad inquebrantable y suficiente talento para sobresalir, pero nunca de más para relajarse, aprendía, desde el otro lado del balón, del proceso metódico de Belichick.

Tom Brady, quizá el mejor quarterback que el football ha visto, “limitado” por nunca haber tenido cualidades físicas extraordinarias, aprendió desde su primer año que el juego podía ser dominado con estudio, preparación y adaptación.

Belichick le exigió a Brady lo mismo que le pedía a su defensiva, planear acorde al contrincante y nunca presentar una identidad que pudiera ser estudiada y atacada.

En su carrera, Brady ganó un campeonato lanzando para 2,843 yardas (2001) y otro con 4,109 (2014).

Consiguió victorias lanzando menos de veinte veces (2004 vs NY) y otras con más de cincuenta (2015 vs Buffalo).

Convirtió a dos slots (Welker y Edelman) en candidatos al Hall of Fame en dos épocas distintas, rompió el récord de 169 recepciones a tight ends (Hernandez y Gronkowski) en 2001 y el de 23 touchdowns por recepción (Randy Moss) en 2007.

En su primer (2001) y último (2019) Super Bowls ganados, su ofensiva promedió 16.5 puntos mientras que en los otros cuatro promedió 29.3.  

Las ofensivas en New England, al mando de Tom Brady, nunca tuvieron una identidad definida.   

Uno de los aspectos menos examinados de la relación Belichick – Brady es la similitud de filosofía con la que atacaron el football mientras trabajaron juntos. Ambos crecieron convencidos que su fortaleza residía en amoldarse a cada situación.

Sus carreras, una a la otra, alimentaron sus creencias.

A la salida de Brady, Bill Belichick naturalmente buscó replicar el mismo proceso.

Contrató a Matt Patricia como Coordinador Ofensivo (previamente su Coordinador Defensivo), alguien que aprendió como transformar defensivas cada semana.

“Drafteó” receptores como N’Keal Harry, Tre Nixon y Tyquan Thornton, todos con habilidades diferentes, pero sin la versatilidad requerida para ser titular.

En la agencia libre, contrató a Hunter Henry, Jonnu Smith y Mike Gesicki en búsqueda de ese tándem de tight ends que algún día vio florecer con Brady. Ninguno superó las cincuenta recepciones.

Recientemente, re-contrató a Bill O´Brien, Coordinador responsable del récord de más yardas ofensivas (6,848 -2011) en la historia de la franquicia, para intentar arreglar el tercer año de Mac Jones. Bajo los mismos principios de flexibilidad, Belichick le construyó un roster altamente diverso en habilidades (Stevenson vs Elliot, Davante Parker vs JuJu Smith-Schuster).

Su intención siempre la misma, no crear una identidad como lo hace el resto de la liga y así no ser susceptibles.  

Pero ¿por qué nunca funcionó?

Porque durante su majestuoso aprendizaje, Belichick olvidó que entre la defensiva y ofensiva en el football hay una enorme diferencia.

El balón, en la segunda, siempre es dirigido por un jugador, el cual además de ser el más importante dentro del campo, es la guía por la que todo comienza.

La versatilidad y diversificación ofensiva, no es posible solamente bajo manipulación táctica como lo es del lado defensivo. En el lado en donde el balón tiene que ser distribuido y manipulado, se necesita de un jugador dispuesto a sacrificar el tiempo necesario para preparar cada situación posible.

En la historia de la NFL, solo ha habido un jugador así. Belichick lo encontró.

¿Podemos culpar a Ronald Boire por querer diversificar el menú de productos en Barnes and Noble y hacerla parecer una tienda más que una librería cuando era lo que menos necesitaba la empresa?

Al final, todos somos resultado de nuestras experiencias y aprendizajes. Cada decisión que tomamos, consciente o no, es producto de algo vivido, leído o escuchado.

Bill Belichick, a la salida de Brady, siguió aplicando lo que lo convirtió en uno de los mejores.

¿Podemos culparlo?

No, la grandeza, no importa su extensión, también tiene forma.

Para llegar a ella se requiere de un método en el cual se tenga fervientemente fé y se esté dispuesto a sacrificar todo.

Por eso no todos somos grandes.

Belichick necesita salir de New England porque necesita despegarse de la estructura en la que repitió el mismo proceso.

Necesita ver la realidad desde otro edificio en donde hay más gente tomando decisiones, jugadores menos versátiles y problemas nuevos por resolver. En donde el nombre de Tom Brady no se respire en las paredes.

Bill Belichick necesita, como todos los genios, seguir aprendiendo.

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