El enemigo de la Grandeza.

Todos sabemos la historia. 

El ciego llevaba días sentado en la misma banqueta con un pedazo de cartón que decía: “Ayúdame, soy ciego”. 

Recibía pocas monedas, la gente pasaba diariamente a su lado sin mostrar mucho interés en ayudar. 

De repente, un día una mujer se acercó, tomó el pedazo de cartón y escribió nuevas palabras modificando el mensaje. 

Lo dejó en la misma posición, depositó monedas y tranquilamente se retiró. 

Intentemos expresar lo que pasó por el cerebro de Patrick Mahomes en su ultima jugada el domingo.

“Después de viajar de Kansas City Las Vegas, me da flojera irme a tiempo extra…entonces, tengo 34 segundos para ganar esto…no tengo tiempos fuera …hay cuatro defensivos intentando presionarme lo que significa que hay siete cubriendo a mis cinco receptores…a mi corredor no lo voy ni a voltear a ver…no estoy interesado en patéticas cinco yardas…me tengo que hacer mas para atrás de lo normal para darle tiempo de desarrollo a la jugada y sobretodo porque PUEDO…los dos safeties se quedaron arriba…tengo que crear algo de la nada…voy a salir de la bolsa…me importa un bledo la teoría de siglos que argumenta lo contrario… simularé que tengo que correr…en realidad lo único que quiero es que el safety se ilusione en taclearme…!ha! se movió…ya abrí la ventana para Travis Kelce…no tengo que detenerme para lanzar este pase porque PUEDO…no lo lanzaré exacto pues hay un mínimo riesgo que el cornerback del otro lado regrese…un poco hacia la izquierda…!touchdown!…mientras la bola va en el aire me iré trotando hacia la banca…sonríe…ganamos…no hay manera que el mismo equipo nos derrote dos veces…amo el football…es hermoso y fácil.” 

Esto, en menos de ocho segundos. 

Si te lo perdiste, no importa, el próximo domingo lo podrás ver nuevamente, esta vez, enfrentando a Tom Brady. 

Sobre este próximo juego, podríamos crear hojas enteras de análisis sobre el presente y pasado.

Podríamos hablar de la falta de creatividad que se vive en Tampa Bay, de lo mucho que Brady extraña a Josh McDaniels (Coordinador en New England), del nuevo ataque terrestre en Kansas City que hace prácticamente imposible defenderlos, de que Tom Brady ya superó el total de intercepciones que tuvo el año pasado, o, de que Mahomes se convirtió en el primero en la historia en llegar a veinticinco touchdowns antes de lanzar su segunda intercepción en una temporada.  

Por otro lado, podríamos melancolizar y expresar artísticamente el traspaso de estafeta entre la grandeza que fue y la que esta apenas en creación, inventar las probabilidades que tiene Mahomes en conseguir cinco Super Bowls mas y así alcanzar a Brady, o, “futurear” encontrando similitudes y diferencias entre el reinado de Bill Belichick con el posible de Andy Reid. 

Sin embargo, hay algo mas grande que estará presente el domingo. 

Tan grande que su presencia abruma y ciega. 

Cuando Tom Brady, el «niño» de veinticuatro años, iniciaba la ejecución perfecta de la ultima serie en el Super Bowl XXXVI que le daría su primer campeonato, las palabras de John Madden, comentarista en aquel partido, fueron: “No estoy de acuerdo con lo que esta haciendo New England, tienen que cuidar el balón e irse a tiempo extra”.

Dos minutos después cambiaron a: “Lo que acaba de hacer Tom Brady me da escalofríos…increíble”. 

¿Qué hubiera dicho si realmente supiera lo que estaba presenciando? 

Evidentemente nunca lo supimos, pero mas interesante aún, durante los siguientes veinte años, nunca realmente lo expresamos. 

Nuestra reacción ante la grandeza y/o perfección, tiene un comportamiento peculiar. 

Cuando la sentimos por primera vez, nos regala un “shock” de asombro, nos da escalofríos.

Después, como en actitud de autodefensa, nos genera una etapa de incredulidad en donde constantemente intentamos convencernos de que no es sostenible. 

Finalmente, al ver que realmente lo es, en lugar de simplemente sentarnos a admirarla, gastamos nuestro tiempo en encontrar pretextos que la manchen. 

Desperdiciamos energía jurando que la Mona Lisa solo es famosa por que la robaron, cuando en verdad, ni siquiera la entendemos. 

Tristemente, al término de estas tres etapas, cuando entramos en razón y sentimos cerca el final de dicha perfección, inevitablemente nos arrepentimos de no haberla disfrutado mas. La vemos hacia atrás lamentándonos el no haberle puesto mas atención. 

Nos preguntamos porque no simplemente aceptamos el inexplicable arte que se puede crear escondiendo una sonrisa. 

Al retirarse aquella mujer, las donaciones aumentaron inmediatamente. 

La gente ahora se detenía a leer el nuevo mensaje y con una paz singular dejaban su dinero. 

Días después, al reconocer su presencia nuevamente y agradecido sin ni siquiera saber porque, el ciego le preguntó a la mujer: “¿Qué has escrito?”

La mujer contestó: “escribí el mismo mensaje, simplemente usé palabras diferentes”. 

El pedazo de cartón ahora leía: “Es un día hermoso y no lo puedo ver.” 

Tom Brady, después de aquella serie narrada por John Madden, nos regaló una carrera con seis campeonatos, tres premios MVP, once campeonatos divisionales consecutivos, dieciocho totales, treinta y ocho regresos en el ultimo cuarto y récords NFL de: mas juegos ganados, victorias en playoffs, Super Bowl MVPs touchdowns en playoffs (entre otros).

En el proceso, luchando en contra de nuestro asombro, nos dedicamos a encontrar balones desinflados, rivales inferiores, coaching extraterrestre y hasta conspiraciones en lugar de usar cada segundo para admirarlo. 

Si nuestro cerebro tiene un defecto, es la pérdida de asombro. 

Lo bello de un día, la grandeza de la Luna, el poder de una sonrisa y la vida que hay en un vaso de agua se desvanece con cada segundo que pasa. 

La constancia es el enemigo mas peligroso del reconocimiento. 

Este domingo, representado de cada lado del campo quizá por última vez, tendremos una valiosa oportunidad para aprender. 

En su primer juego, Patrick Mahomes anotó cuatro veces, en su segundo seis. En su primera temporada como titular fue MVP, en su segunda fue Super Bowl MVP. En cinco juegos consecutivos de playoffs ha anotado al menos 31 puntos y de sus cuarenta y siente totales nunca ha anotado menos de 23. Su rating, touchdowns, ratio de intercepciones, porcentaje de terceras oportunidades y efectividad son récords de todos los tiempos. 

No cometamos el mismo error. 

No pasemos a la siguiente etapa creando incredulidad a raíz de una perfecta constancia.  

En lugar de empezar a convencernos de que la grandeza de Mahomes no es sostenible o tentarnos con los primeros pensamientos de que esta ayudada artificialmente, simplemente detengámonos a elogiarla.   

Que la cara de Brady del otro lado nos haga recordar que la constancia no es enemigo de la perfección sino su mas grande atributo. 

Entendamos, al ver a dos grandes amar incondicionalmente este juego, que no es necesario sentirse ciego para poder admirar un hermoso día. 

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.