México va a ganar el Mundial.

¿Qué sentiríamos si México llega al famoso Quinto Partido?

¿Al sexto?

Seamos honestos.

Si nuestra selección logra romper la racha de seis Copas del Mundo consecutivas en las que ha sido eliminada en los octavos de final, olvidaríamos las críticas contra Osorio, haríamos memes con las “escorts” dándoles poderes divinos y recordaríamos a Rusia 2018 como un éxito en la historia del deporte para nuestro país.

Bueno, justo este es el problema y el porque nunca “pintamos” en torneos como este.

Considerar como éxito el llegar a las semifinales, es justo la razón que nos priva de ellas.

Tristemente, esto no refleja el nivel de los 28 jugadores seleccionados, mucho menos del entrenador.

Esta mentalidad, actitud y palabras, reflejan lo que somos, mas que como país, como personas.

Como mexicanos, solemos levantar la cara en alto cuando algún extranjero pregunta sobre nuestra tierra. Presumimos nuestra comida, paisajes, playas y música como lo que son, lo mejor del mundo.

¿Pero que tal cuando hablamos entre nosotros?

¿Qué tal la capacidad única que tenemos de destruir nuestros sueños y expectativas?

¿Qué tal nuestro talento para aminorar nuestros logros?

Abucheamos a nuestro entrenador en el Estadio Azteca, pero decidimos no hablar de que calificamos en primer lugar de la CONCACAF lo cual no lográbamos hace dos décadas.

Se nos hace normal participar en el Mundial, pero olvidamos que países como Italia, Holanda y Estados Unidos, no pueden decir lo mismo.

Catalogamos nuestro estilo de juego, con 46 diferentes alineaciones, como irracional porque nos da flojera pensar que quizá, para lograr resultados diferentes, se necesitan nuevas estrategias.

Nos da pereza mental el pensar que Alemania, el equipo mas disciplinado del torneo, justo necesita enfrentar incertidumbre para ser vencido.

Marcamos como ridículo el hecho de que “El Abucheado” (Osorio), haya contratado a Imanol Ibarrondo, uno de los entrenadores mentales mas importantes y exitosos del deporte, porque demeritamos la importancia que tiene esto, o tal vez, porque considerábamos mas valioso cuando nuestros jugadores iban a las pirámides para cargarse de energía.

Creemos que estar en el grupo del campeón del mundo es peor que cenar con los tres candidatos. Sin embargo, nadie se acuerda que Senegal, en su primera actuación, le ganó a Francia, el entonces campeón del 2002, en el partido inaugural y, mucho menos, nadie acentúa el hecho de que ningún campeón ha repetido desde 1962.

Tomamos como referencia la actuación en la Copa América y recordamos con “gozo” el hecho de haber perdido 7-0 contra Chile. Irónicamente, al mismo tiempo, enterramos en el olvido la victoria que tuvimos contra Uruguay y los diez partidos invictos previos a esto.

Nuestro morbo e interés gira alrededor de una nota de TVyNovelas, pues cosas mas profundas, como el analizar que este es el primer conjunto de jugadores en el que la mayoría juega en Europa (varios con medalla de oro), toma tiempo y fuentes de información que no se venden en la cola del super.

Nos da risa la edad de Rafael Márquez (39) como si la experiencia de cinco Copas del Mundo no fuera importante y a nadie le contamos que dos de nuestros jugadores; Héctor Herrera e Hirving Lozano, fueron campeones en Europa.

Según nosotros, el haber perdido contra Dinamarca refleja perfectamente lo patético de nuestro equipo y la desgracia que nos espera en el torneo. Mágicamente, para Alemania no refleja lo mismo aun cunado también perdió contra Austria, una selección de menor nivel.

Es curioso, cuando otra selección pierde es porque “jugaron relajados” e “intentaron nuevas cosas”. Con la nuestra, es porque “siempre es lo mismo”.

¿Cuándo vamos a decidir cambiar esta mentalidad?

Si pensamos que no depende de nosotros el resultado que se obtenga en este torneo, estamos muy equivocados.

En un país en donde el fútbol soccer es el deporte por excelencia y la única religión que une al pueblo, el nivel deportivo de su selección mas importante es un espejo de su gente.

A lo largo del próximo mes, en todas las casas, restaurantes y bares en donde se vea el Mundial, habrá niños que, aunque no nos demos cuenta, escuchan cada una de nuestras palabras y absorben cada una de nuestras expresiones.

Esos son los niños que jugaran el Mundial en algunos años, quizá en nuestro Estadio Azteca.

¿Les vamos a seguir diciendo que pensar en llegar a ser los mejores del mundo es imposible solo porque nacieron en México?

¿Seguiremos enseñándoles que criticar a nuestros jugadores es lo correcto y que gritar “Puto” es divertido?

No. Detengamos esta manera mediocre de pensar.

Detengámosla porque en verdad, México puede ganar la Copa del Mundo.

La puede ganar porque Uruguay, contra cualquier expectativa, lo pudo hacer en Brasil en 1950.

Si tenemos un cerebro limitado que nos grita terror si pasamos a la segunda ronda porque probablemente jugaríamos contra Brasil, guardemos cualquier expresión.

A Corea del Norte no le dio miedo en 1966 y destrozó a Italia, Camerún se enfocó en entregarse totalmente y venció a Argentina en el 2002 y Grecia creyó en su poder mental en el 2004 y fue campeón de Europa. No todos los cerebros son iguales.

Si no creemos en nuestra Selección, no lo digamos.

No afectemos a niños y jóvenes que aun NO están enviciados con una mentalidad perdedora que la hemos confundida como parte de ser mexicano.

Si no creemos que México va a ganar la Copa del Mundo, al menos callémonos y dejemos que aquellos que si creen disfruten de su “ridículo” sueño.

Al final, son esos sueños los que cambian al mundo.

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