Esta opinión fue escrita a raíz de los hechos de la semana pasada en los que Colin Kaepernick, quarterback de San Francisco 49ers, decidió protestar y no levantarse en el momento del Himno Nacional de su país (http://time.com/4470998/athletes-protest-colin-kaepernick/)
En 1968, bajo las luces del Estadio Olímpico Universitario, Tommie Smith y John Carlos, velocistas estadounidenses, dejaron marcado en la mente de todo seguidor del deporte un momento histórico sin precedentes. Ambos atletas, en protesta de las desigualdades raciales en su país, levantaron su puño derecho envuelto en un guante negro mientras el himno nacional de Estados Unidos era interpretado. Un año antes, en 1967, el atleta más reconocido de todos los tiempos, Muhammad Ali, generó una de las polémicas más grandes en la historia del deporte al rechazar su participación en la guerra de Vietnam bajo su famoso mensaje: “No pelearé guerra de religiones”. En ambos casos, los atletas perdieron absolutamente todo lo logrado y, en el caso de los primeros, sus carreras por completo (Fue hasta tres años después cuando el Comité Internacional de Boxeo le regresó su campeonato mundial a Ali). Sin embargo, hoy ambas protestas, a diferencia de muchas otras, son recordadas como parte crucial en la historia del deporte y de la sociedad norteamericana. Considerando que ha habido múltiples intentos de protesta por parte de deportistas las cuales son olvidadas con el tiempo, ¿qué es lo que hace a estas dos tan especiales? Aunque una respuesta lógica podría ser el pensar que las dos situaciones llevaron a cambios sociales importantes, esto no sería verídico pues, ni la Guerra en Vietnam fue finalizada por Ali ni el racismo terminó gracias a los velocistas. ¿Entonces? ¿Cuándo es que decidimos catalogar una protesta como importante? ¿Cuándo decidimos prestarle atención? O, en retrospectiva, ¿cuándo decidimos recordarla?
“Lo más difícil de presentar nuevas ideas reside en remover las viejas” – Malcolm Gladwell (Revisionist HIstory Podcast, Episode: Generous Orthodoxy) En mi opinión (creo que queda claro en este Blog), Malcolm Gladwell se ha convertido en el pensador más importante de esta época. En un capítulo de su última obra llamada “Revisionist History”, Gladwell presenta el caso de un ministro de la Iglesia, de noventa y ocho años de edad, que decide protestar a favor de las parejas homosexuales. El motivo detrás de la protesta; su hijo. Lo interesante de este episodio no radica en la forma de su protesta ni en la descripción de las dos posturas, sino en la conclusión a la que llegan los involucrados en el estudio del caso. Gladwell la expone de esta manera: para ser capaces de lograr convencer a alguien y, al menos iniciar su cambio de opinión, es fundamental hacerlo con una muestra de RESPETO hacia su ORTODOXIA.
¿Qué quiere decir esto? Entendámoslo con un ejemplo. Imagine, amable lector, que regresa a sus 16 años de edad (algunos lectores necesitarán de mucha imaginación…) e intenta convencer a su padre de la “necesidad” que ahora tiene por un coche. ¿Cuál era la ideología de la mayoría de nuestros padres en ese tiempo? Inconcebible tener un carro propio a esa edad ¿no? Según ellos, el joven (así hablaban) no cumple con el sentido de responsabilidad y aun no tiene la capacidad de valorar, por lo que un “regalo” como este no haría otra cosa más que “echarlo a perder”. Pero qué hubiera pasado si usted, usando la experiencia que ahora posee, hubiera pedido el coche de esta manera: “Oye Pa, no es que necesite un coche, pero quisiera ir entendiendo lo que poseer algo material representa, quisiera ayudar a los deberes de la familia y cuidar de mis hermanos en todo momento.” ¡Ja! ¡Si tan solo hubiéramos pensado en esas palabras! El resultado de obtener un coche o no, no es lo relevante aquí, es entender cómo podemos replantear una idea y hacerla ver mucho más amigable ante los ojos de alguien cuando mostramos respeto por sus principios. Ortodoxia es la opinión de algo creído como correcto. En la religión este término es usado a menudo. Si alguien con profunda ortodoxia va a cambiar de opinión, es crucial mostrarle respeto y entendimiento por su creencia, por su pasado.
Aunque el hecho de levantar la mano con un guante negro fue tomado como una indisciplina en ese momento, Smith y Carlos mostraron un gran respeto por su país al orgullosamente cantar el himno y, más aún, darle dos medallas olímpicas. De igual manera, Ali, mostró respeto en el momento que reconoció las múltiples religiones que eran parte de Estados Unidos oponiéndose a matar en nombre de cualquiera de ellas y, aunque para muchos conservadores el omitir enlistarse para la guerra fue considerado como traición, hoy nos es claro que las guerras poseen otros intereses fuera del amor por la patria. Las dos protestas incluían educación sobre el pasado de su país, respeto por sus creencias.
Ahora, ¿qué hubiera pasado si estas mismas protestas hubieran sido hechas por atletas olímpicos sin medallas? ¿Por un boxeador de media tabla? Es claro, ¿no?. Nadie se acordaría de lo que hicieron. O, ¿nos acordamos de Carlos Delgado cuando no cantó “God Bless America” en el 2004 como protesta de la invasión de su país a Irak? Who?! Es crucial en una protesta el ser suficientemente grande para justificar el riesgo que se está tomando. Si eres el velocista más importante del mundo o el boxeador más grande de la historia puedes tomar un riesgo así, si no eres nada cercano a eso, no. Nosotros, inconscientemente hacemos esto todos los días. Escuchamos con mayor atención a personas que consideramos “mas importantes”, muchas veces ignorando el contenido.
El deporte es el medio perfecto para atraer la atención de la gente y educarla sobre problemas sociales. La pasión con la que vivimos los deportes y los personajes místicos que creamos alrededor de ellos, son combinación perfecta para mandar mensajes que, en nuestra vida rutinaria, pueden ser difíciles de percibir. Sin embargo, estos mensajes tienen que ser comunicados a la perfección, es decir, con extremo cuidado en su forma y tiempo. De lo contrario, una protesta fácilmente puede volverse ridículo público.
Cuando eres un quarterback que ni siquiera ha tomado la titularidad, que tiene record de 10-14 en los últimos dos años y que ha decaído en los últimos dos años de manera significativa, simplemente tienes mucho menos riesgos permitidos por la sociedad. Cuando no muestras ningún respeto por el pasado de tu país y atentas directamente contra el signo que toda la población toma como sagrado, tu voz jamás será escuchada, tu protesta dará solamente que hablar en cuanto a su forma y no en cuanto a su objetivo.
Si bien no tenemos los problemas raciales que tiene Estados Unidos en México, si nos enfrentamos a muchas situaciones en nuestra vida en donde requerimos convencer a alguien y cambiar su forma de pensar. Cuando lidiando con una de estas, aprendamos de Colin Kaepernick, y recordemos que nuestra voz solo será escuchada si estamos completamente en la posición de exigir y, en nuestras palabras, mostramos respeto por las creencias que queremos cambiar.