La Ilusión que provoca Michael Phelps.

¿Qué sentimos cuando vemos nadar a Michael Phelps? ¿Porqué nos llama tanto la atención pegarnos a la tele cada vez que el mejor atleta olímpico de todos los tiempos tiene posibilidad de ganar un oro más? Claramente no es por interés hacia el deporte de la natación pues absolutamente lo ignoramos cuando él no está participando. Tampoco es el hecho que somos fervientes admiradores de las Olimpiadas, pues, si así fuera, la final de Judo nos generaría el mismo interés. Tampoco es alguna conexión con él como persona, pues de eso, solo pueden jactarse muy pocas personas en el mundo. Entonces, ¿qué es? Superficialmente, la respuesta pareciera ser sencilla. Presenciamos algo nunca antes visto, somos testigo del logro más grande en la historia del deporte mundial, disfrutamos de un ser humano que parece provenir de otro planeta, etc. Pero, si nos detenemos a pensar un poco más allá del minuto con cincuenta y cuatro segundos que le toma a Phelps nadar 200m, ¿realmente entendemos que nos provoca escuchar su nombre?

En “Pursuit of Happiness”, una de las mejores películas caracterizadas por Will Smith, el personaje de Christopher Gardner (de quien está basada la historia), después de haber desmotivado a su hijo de seguir practicando basketball, nos regala uno de los diálogos más inspiradores: “You got a dream…you gotta protect it. People can´t do something themselves, they wanna tell you, you cant do it. If you want something, go get it. Period.” Básicamente, nos recuerda un mensaje que todos en algún momento hemos escuchado de alguien que nos quiere, nos lo hemos repetido a nosotros mismos, y, muy en el fondo, es nuestra creencia más arraigada e importante como seres humanos soñadores que somos: Nada es imposible.  Phelps simplemente nos alimenta esta creencia. Después de 28 medallas y romper un récord de 2,168 años de antigüedad (vs Leonidas) al ganar trece veces un evento olímpico, la prueba es clara: TODO SE PUEDE EN ESTA VIDA. ¿REALLY?

Medir más de 1.93 M significa estar dentro del 2% de la población mundial. ¡DOS POR CIENTO! En otras palabras, tenemos más posibilidades de ganar un millón de dólares al año que tener dicha altura. Bueno, Mr. Phelps no solamente mide eso sino tiene una de las complexiones más extrañas en la raza humana pues la extensión de sus brazos mide tres pulgadas más que su altura total y su tronco llega a doblar sus piernas quince grados más que el promedio del ser humano (Véase; Flipper). Todo esto mayoritariamente heredado por su padre, Fred Phelps, quien, gracias a sus ancestros ingleses, irlandeses y alemanes, poseía un cuerpo atlético fuera de serie (soldado retirado y ex jugador de los Washington Redskins). Lamento desmotivar, pero si usted pensaba imitar el movimiento único de Phelps en donde golpea sus brazos agresivamente en su espalda rozándose la nuca, solamente se verá ridículo y, muy probablemente, no llegará ni siquiera a su espalda.

Cuando tenemos doce años, hay cosas en la vida que nos parecen las mas vergonzosas y hacemos lo posible por ocultarlas. Todos, alguna vez, pensamos que un barro en la cara era igual que una injusticia en la vida. Todos, tristemente, vivimos la desgracia de ver a uno de nuestros padres entrar por nosotros a una fiesta porque “ya era tarde” (alrededor de las 11pm). Para Phelps, lo más  vergonzoso a esa edad era algo un poco diferente. El ser visto por sus amigos tomando pastillas para el control de su déficit de atención e hiperactividad representaba su calvario social. Ahogado por dicha presión, decidió solucionarlo con una alternativa para agotar su energía; nadar. Resultado: no más Ritalin.

¿Cuánta gente sabe reconocer el talento en una persona? Hablo de esas personas que pueden ver algo especial en alguien como si pudieran ver el futuro. Me atrevería a decir  que menos del 2% del mundo. Si alguna vez han conocido a alguien, por favor hagan el experimento de preguntarle cómo es que reconocen el talento. En su nula respuesta, verán lo especial que tener este don es. Inexplicable. Quizá hoy nos parezca evidente reconocer que un hombre con el cuerpo de delfín y la hiperactividad de un chango puede hacer cosas especiales, pero hace veintidós años no era tan evidente. Bob Bowman lo reconoció y convenció a Phelps de ingresar al “North Baltimore Aquatic Club” en donde lo transformó en lo que hoy conocemos. Cabe recalcar la palabra TRANSFORMÓ, pues Phelps, por más increíble que esto se escuche, tenía miedo de sumergir la cabeza.

¿Qué tienen en común estos atletas? Joe Frazier, Karl Malone, Dan Marino, Phil Mickelson. Todos fueron los más grandes rivales de leyendas que hoy consideramos los mejores del mundo (Ali, Jordan, Montana, Woods). En una de las últimas entrevistas de Phelps después de haber ganado su última medalla de oro, Michael reconoció a su compañero/rival Ryan Lochte como el competidor más grande que ha conocido. Para nada es exageración, pues si Phelps no existiera, las doce medallas olímpicas que Lochte posee lo harían uno de los mejores atletas de todos los tiempos, al final solo un nadador ha ganado más que él. La rivalidad entre estos dos nadadores produjo el rompimiento de diez récords mundiales. Si bien Lochte hoy pude decir que su más grande desgracia se apellida Phelps, Michael, por lo contrario, tiene una infinidad que agradecerle pues, fuera de Coach Bowens, difícilmente puede pensar en alguien que lo haya impulsado y exigido más a lo largo de su trayectoria.

En fin, por ahora, parecería que el punto de este escrito es demeritar el gran trabajo y el impresionante régimen de entrenamiento al que Phelps fue sujeto por más de la mitad de su vida (Aproximadamente nadaba 80km durante seis días a la semana, dormía en una cama de poco oxígeno que simulaba grandes alturas y consumía alrededor de doce mil calorías DIARIAS).  Pareciera, que lo que quiero lograr es derrumbar el sueño de miles que provoca el verlo nadar y que el pensar que todo en esta vida es posible es solamente parte del diálogo de las películas. Pero no, el objetivo es completar la fuerte frase que nos hemos insertado como sociedad; fuerte, pero al final irreal. Todo se puede en esta vida, sí, pero SIEMPRE Y CUANDO ENTENDAMOS NUESTRAS CIRCUNSTANCIAS Y HAGAMOS LO MEJOR CON CADA UNA DE ELLAS.

Es hermoso enseñar que no hay límites en la vida, tan hermoso que la mayoría de las empresas en el mundo usan esta idea, del alguna u otra forma, como slogan de sus campañas publicitarias. Es increíble pensar que la fórmula para el éxito está compuesta solamente por una idea e incasable trabajo por lograrla. La realidad, sin embargo, es otra. Si bien el logro de sueños tiene un componente de esfuerzo y dedicación inmensa, también posee, con igualdad de importancia, un componente de circunstancialidad y mezcla de eventos fortuitos que llamamos suerte. El problema es, que si no reconocemos esto, corremos el riesgo de remar contra corriente y de experimentar la desgracia social que llamamos fracaso.  Desgraciadamente, hoy esto es parte de la vida de miles de atletas y personas que experimentan constante frustración. El no escribir o reconocer la frase completa, nos priva de la realidad y nos tienta a ignorar externalidades que, de verlas y manejarlas, nos harían definir mejor nuestros objetivos en la vida y avanzar más rápido hacia ellos. Todos, podemos lograr algo tan grande como Michael Phelps, simplemente no todos en 400 m dentro de una alberca.

Si hoy tenemos la fortuna de sentir algo especial al ver a este atleta dominar su disciplina, aprovechemos y sintamos lo correcto. Detengámonos a ver nuestra realidad, cuáles son nuestras circunstancias y qué podemos hacer con ellas….quizá, al final, después de mucho trabajo, nuestro nombre, al ser recordado, provoque algo.

Un comentario en “La Ilusión que provoca Michael Phelps.

  1. NO SE NECESITA ESTAR DENTRO DEL 2% DE LAS PERSONAS QUE PUEDEN VER ALGO ESPECIAL EN ALGUIEN, O ADIVINAR EL FUTURO, PARA SABER QUE EL JOVEN, QUE ESCRIBIO ESTE ARTICULO TIENE TALENTO. BRAVO!

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